martes, 19 de mayo de 2009

Vivir Durmiendo

El mundo está en manos de aquellos que tienen el coraje de soñar y de correr el riesgo de vivir sus sueños. Eso se dice en una canción de Hablando en Plata que escuchándola me hizo pensar: ¿Corremos el riesgo de vivir nuestros sueños? Y peor aún, ¿Tenemos el coraje de soñar?

Pues parece que no, que vivimos todos en una cómoda desgana de la que solo nos levantamos cuando nos falta el pan y el agua. Parece que no queremos vivir, que con nuestro voto delegamos el cien por cien de nuestra ciudadanía en los políticos y así, no solo los hacemos nuestros representantes, sino que le tiramos todo nuestro ser, todas nuestras responsabilidades solo porque “ellos son los que ganan dinero por hacer las cosas”.

Ahora son los gobernantes y sus apoyos institucionales los que tienen que vivir nuestra vida. Si nuestro hijo está mal educado es problema de las políticas educativas, el no prestarle la suficiente atención seguramente no tenga ninguna consecuencia; ¡el barrio está hecho una pocilga!, claro, el alcalde ya no manda barrenderos aquí, pero nosotros para contribuir en la obra seguimos tirando la basura en los bajos de los edificios.

En la televisión, en la calle, entre mis amistades, veo esa pasmosa pasividad que se expande y que hace que una familia pida una casa nueva, por ejemplo, pero exigiendo que sea regalada por el ayuntamiento, ¿por qué voy a estudiar, trabajar o hipotecar mi vida por una vivienda que tiene todo el mundo? Pues puede ser que la mayoría de las personas tengan esta vivienda después de pasar muchos sudores y pequeños clavarios.

Y no solo se queda en estas cosas más materiales la falta de ambición. Montalbán, un pueblo en el que por pequeño que sea, siempre aparecen nuevas personas que destacan (muy buenos deportistas, pintores, escultores, literatos, músicos de todas las clases e incluso buenos corredores de motos), sigue igual que siempre, sin ningún empuje de esta gente que podría mejorar tanto el nivel de mi pueblo.
Esta materia prima disponible para hacer algo provechoso es desperdiciada, nos quedamos sentados en cualquier sitio, mirándonos y diciendo algo como “joder que mierda de pueblo, no hay ni un circuito pequeño para poder correr con las motos, ¡que pongan un circuito ya!”. Seguramente tras cambiar de conversación y acabar la bolsa de pipas, este deseo que por unos segundos fue tan fuerte, desaparecerá porque para conseguir lo que se quería, había que trabajar un poco y eso, como cobran, que lo hagan los políticos.

Renunciamos a lo que posiblemente sea lo más bonito de ser ciudadano, convivir, colaborar, trabajar en grupo para conseguir un bien común que podría hacer mejor la vida de cualquiera de los nuestros. Solo se necesitan ganas y un poco de apoyo, esta vez sí, de los políticos para poder alargar ese chispazo de energía, esas ganas de tener algo mejor y hacerlo lo suficientemente duradero para poder llevar a cabo ese fin.

Tristemente, todavía se está más cómodo en el sofá que viviendo.
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