martes, 5 de octubre de 2010

Una huelga desigual

Viñeta de Manel Fontdevila en la edición de Diario Público del 30 de septiembre.

La huelga general celebrada el 29 de septiembre y la cobertura que la mayoría de los medios hicieron sobre la jornada fue, sobre todo, desigual. En la huelga en sí, la huelga golpeó con distinta fuerza tanto entre los distintos territorios como en los sectores del trabajo.

Por ramas laborales, los transportes y la industria fueron las actividades que más vieron afectado su funcionamiento. Según los sindicatos UGT y CCOO, el paro llegó a rozar el 100% en la industria, lo que se manifestó en la caída del consumo energético, que se situó en una cifra similar a la de un fin de semana o un festivo. Mientras tanto, los transportes se redujeron a los servicios mínimos en casi toda España, parando a su vez la actividad de muchos mercados de productos frescos que dependen de los primeros. Desde los medios, se ha apuntado continuamente al boicoteo de los piquetes como la única razón por la que este sector secundó el paro.

Por otra parte, los pequeños comerciantes y locales de ocio, como tiendas de alimentación o bares, y las grandes superficies abrieron sus puertas al público con casi total normalidad. Por ejemplo, en Sevilla, los establecimientos del centro que en principio parecían cerrados, abrían sus puertas cuando la manifestación de la CGT había pasado por sus puertas.

Lo que parece claro es que a los grandes y pequeños propietarios les ha dado igual la huelga y la protesta ha sido protagonizada por personas empleadas por estos. La responsabilidad de llevar un negocio familiar, ver tan de cerca el fin de mes y tener que pagar otra cuota de autónomo pueden ser las razones que han llevado a muchos a no formar parte de las reivindicaciones. Otros tantos, en especial las grandes empresas, o más bien, sus dirigentes, no protestaron contra la reforma laboral porque esta les conviene.

Mayores facilidades para el despido (ya se puede despedir a un trabajador para "prevenir pérdidas"), reducción de las indemnizaciones, subvención con dinero público de estos despidos o la ampliación de las posibilidades para hacer contratos de prácticas por la que los nuevos trabajadores tendremos la bonita oportunidad de disfrutar de un contrato de prácticas de dos años por nuestra licenciatura o grado más otro por cada máster que cursemos (con Bolonia es obligatorio hacer un máster además del grado). El Gobierno ha puesto en bandeja a los empresarios la contratación de una mano de obra más barata, en detrimento de la cualificada que puede llevar años trabajando en el seno de la empresa. Por eso la patronal nunca ha defendido la huelga, porque a pesar de no estar contentos con la reforma, van a poder contar con muchos más jóvenes en prácticas en lugar de hacer contratos en los que se pague un salario digno, por ejemplo.

Sin embargo ninguna de las consecuencias de la reforma laboral tuvo cabida en medios como Antena 3, El Mundo o la emisora Cope, que trataban de informar de una huelga que ellos mismos no estaban realizando. No hubo momento para el debate de ideas enfrentadas, para un análisis de las perspectivas de futuro, incluso fue imposible escuchar alguien que explicara en profundidad la precarización laboral que la reforma laboral, impuesta por decreto, trae bajo el brazo. Ante la reflexión, una costumbre que los actuales medios ven como muy peligrosa, el discurso se centró en la criminalización de los piquetes.

Golpes, gritos, silbidos, cargas de la policía... La imagen de todo lo que rodea a un piquete vende mucho más que empujar a la audiencia a que valore las consecuencias de la reforma teniendo un contexto bien delimitado por todas las voces que tienen autoridad en el tema, pero abusar de la imagen de los piquetes provoca que se cree la sensación de que durante el 29 de septiembre no hubo nada más en la huelga. Nadie se manifestó, nadie cantó, nadie bailó, nadie propuso una salida social a una crisis capitalista que ha sido disfrazada para que parezca un crack provocada por Obama, Zapatero, Rajoy, los sindicatos o quien sea, ocultando así el verdadero problema y enterrando el debate.

Además del “antipiquetismo”, los medios lanzaron otro mensaje para los que no habían quedado conforme: “la huelga ha llegado tarde, por lo tanto, no tiene razón de ser”. Claro que ha llegado tarde, pero por supuesto que tiene motivos. CCOO y UGT deberían haber convocado las movilizaciones como muy tarde en el verano, cuando se anunció la reforma. El verano era el momento idóneo para paralizar el país ya que alteraría el fin del curso político, todavía estaba vivo el escozor por el anuncio de la reforma y se podía haber demostrado a la sociedad que hay vida después de un mundial de fútbol. Pero CCOO y UGT decidieron retrasar la huelga a una fecha más cómoda para los políticos, a final de septiembre, cuando hay menos barullo. Puede que para agradecérselo, el Gobierno destinó 500 millones de euros para sus cursos de formación.

En definitiva, la cobertura de la huelga de los medios de masas, exceptuando Público que el 29 de septiembre lanzó una edición especial con las consecuencias de la reforma, ha sido excesivamente sensacionalista, se ha quedado en lo espectacular de los piquetes obviando el debate. Muchos de los editores habrían suspendido ese día si tuvieran un examen en la facultad, parece que con el paso del tiempo se han olvidado de lo que es una noticia. En una huelga no es noticia que haya piquetes, porque es natural en estas movilizaciones, lo que es noticia es el porqué de la convocatoria y las consecuencias que traerá. Pero bueno, después de la luz, fuego y destrucción de los primeros 15 minutos de las noticias del día 30, el de resaca de la huelga, todo el mundo pudo volver a la normalidad y al orgullo patrio: el Rey embotaba la mayor fragata de la armada española y una de las más grandes del mundo. Da igual que tengamos peores contratos, peores expectativas de futuro o menos capacidad de respuesta ante un jefe, lo importante es que en la guerra seamos de los mejores del mundo, que para eso tenemos mil amenazas internacionales mirando nuestra preciosa España. Si al final va a ser que somos hasta tontos.

Licencia de Creative Commons
Mi Megáfono by Juan Antonio Cañero is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported License.
Based on a work at mi-megafono.blogspot.com.