Que bonita es la desnudez, que comunicante. Que gratificante es ver la verdadera cara de una persona debajo del maquillaje y que apasionante descubrir las curvas de una mujer cuando quedan libres. Pero que frustración se sufre cuando una mujer se empeña y se “requetempeña” en no quitarse ni siquiera un guante, o aún peor, cuando alguien le obliga a no despojarse de ninguna prenda o incluso se le colocan más artificios.
Pues esto creo que representa uno de los mayores males de toda la historia. La obsesión de dar colorete, de ponerle una camisa nueva a la realidad, una visión casi siempre impuesta por unos modistos que no nos permiten deleitarnos con la contemplación de un cuerpo sincero. Y esta obsesión de enmascarar las cosas la sufrimos y formamos parte de ella todos, desde los dirigentes del Vaticano, hasta el presidente de la comunidad de vecinos. Todos queremos ponerle a ese cuerpo desnudo nuestra prenda para hacernos con él, queremos imponer nuestro matiz a la totalidad de las cosas que pasan por la vida y sinceramente, creo que es un acto de lo más natural. Pero lo enfermizo llega cuando en vez de intentar colaborar con los demás modistos, unos ya consagrados y otros que vienen achuchando fuerte desde abajo con sus nuevas maneras, nos obsesionamos con querer hacer la vestimenta de arriba a abajo, con querer darle solo nuestro toque a tal obra de arte.
Este egoísmo que normalmente se muestra, me impide colaborar en muchas cosas que me gustarían por tal de no alimentarlo más. ¿Por qué a una conferencia que habla sobre el conflicto palestino-israelí tiene que venir marcada con el logotipo de izquierda radical de no se qué?, ¿por qué a un acto bondadoso como dar de comer a un sin techo, tiene que ser tarea única de organizaciones caritativas cristianas? Seguramente porque en cada colectivo que organiza una actividad se concentran personas que están más identificadas con la causa que protegen, pero me cuesta hacerme a la idea de que todo el defensor de esta idea vaya vestido también con la ropa de ese colectivo, me cuesta pensar que no hay gente que se considere humana por encima de sentirse partidario de una tendencia política, una religión o un país. Seguramente habría mucha más colaboración (probablemente aquí pecare de utópico) si se trabajase desde la cooperación, si fuésemos capaces de colaborar en la confección del traje, lo que nos ayudaría seguramente a poder quitarlo sin que se atranque la cremallera, cuando queramos llegar a una visión más natural de la realidad.
4 comentarios:
Ese cañero! me encanta el blog, esta bastante apañao, ya as ganao un seguidor.. xD
Hola Juan Antonio
A la gente como tú se os da un poder especial. Este poder es, de alguna manera, el de cambiar las cosas. No estoy diciendo que tengáis que ser dioses, pero no hay duda de que el periodismo, ha cambiado gobiernos, ideales, formas de pensar, y muchas más cosas.
Por esta razón, creo yo, que al mismo tiempo que se os da ese poder que otros no tenemos, se os exige una fortaleza que a los demás no se nos pide.
Es esa fortaleza la que yo creo que hace grandes a las personas que viven de lo que tú estas estudiando.
Pemán escribió en uno de sus libros que “no hay cosa más inesperada que la salida de los callejones sin salida”. Es en esos momentos, cuando uno se encuentra en estos callejones, cuando tiene que ser fuerte y encontrar esa salida que aunque parezca que no está ahí, si raspas con fuerza la pintura vieja y podrida de las paredes.... Tú seguro que la encuentras.
Enhorabuena por “Mi Megáfono”. Un saludo.
Hola Hermano!
Por desgracia, a mí no me sale escribir cosas tan bonitas como las que tú o Corpus Nudum escribís!
Ojalá pudiera expresarte con palabras lo que siento, al leer estas líneas que has escrito en "Mi Mégáfono", pero no lo consigo.
Lo único que te puedo decir es que me llena de orgullo ver como escribes y que tengo la esperanza y la completa seguridad, de que llegarás a ser alguien importante en el mundo del periodismo, porque tu Talento queda patente en estas líneas!
Seré tu fan incondicional!
Un beso.
Hay por ahí un poema de un autor Murciano poco conocido pero q tiene textos muy aprovechables y q al hilo de tu artículo sobre las etiquetas dice así:
MARCADO.
Un segundo después de haber nacido
fui estampado por marcas y etiquetas
que llevo desde entonces incrustadas
en mí, junto con otras mas recientes.
Soy hombre blanco murciano y español
como hombre soy superior a otros seres,
por ser blanco el negro ya es distinto
por murciano no soy igual al vasco
por español no soy como un iraquí.
A los pocos días fui etiquetado
como cristiano y también católico,
por cristiano distinto al musulmán
por lo otro distinto del protestante.
No quiero ser diferente a nadie,
soy animal como el oso y la foca,
quiero ser a la vez blanco y negro,
católico, protestante y musulmán,
murciano, vasco, gallego y catalán,
español iraquí y filipino.
Mas eso solo es una quimera,
la etiqueta la usa quien me la ve,
y no hay forma humana de quitármela
aunque si una que puede esconderlas.
Un negro con dinero ya no es negro,
un moro millonario ya no es moro,
hasta un árabe con mucho petróleo
podría ser el novio de mi hija.
(Antº Vicente Gil, Orel. 3 de diciembre de 1998. http://porel.iespana.es/ )
Y es verdad,
LA ETIQUETA LA USA SÓLO QUIEN LA VE >;o]
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